Era impreciso el momento. Apenas pude atorarme con las palabras y ya ni siquiera sabia que debía sentir. La tarde transcurriría y no sabía como pedir socorro o tal vez como explicar lo maravillada que estaba.
Comencé a adentrarme en las profundidades de Delfina, una fuerte luz invadió mi rostro y de pronto ya estaba en otra dimensión. Allí recordé cuando alguien alguna vez habló de esa luz al final del camino. Creo que son pocos los que pueden crear la conexión necesaria para poder sentir el sendero que te lleva a Delfina.
La situación era confusa, Juan estaba tan lejos de todo. Lejos de mi amor, lejos de nosotros, lejos de aquella noticia y de las emociones que invadían de sollozo mis ojos.
Quedé pasmada ante semejante noticia y sentí desvanecerme. El aire comenzó a faltar y el ambiente sofocaba mis pulmones, mi corazón latía a una velocidad casi inalcanzable creo. Y mis piernas se aflojaron y sentí desvanecerme.
-Tranquila –me dijo la doctora.
Y tan solo atiné a mirarla cuando un inmenso vacío se sumergió dentro de mí y la oscuridad opacó mis ojos.
De aquel momento no recuerdo mas nada, pero cuando desperté recordé aquel sueño blanco, infinitamente blanco. No había nada más alrededor y sentía paz, una profunda y absoluta paz inexplicable.
Al despertar quise volver al sueño y no volver a despertar -¡Esa sensación era única!- Y hasta creo haber olvidado todo lo demás.
Entonces sentí sueño de nuevo y me dormí emocionada pensando que encontraría de nuevo aquel sueño blanco y mágico, pero no fue así.
Horas más tarde desperté con un profundo nudo en mi garganta y en mi pecho.
¿Estás bien? –preguntó la doctora –
Por supuesto que si –le respondí –
Saludé, me retiré del consultorio y apunté hacia la sala de espera.
Anginas –pensé –
Y de paso por los pasillos cogí un asiento y me dormí de nuevo.
Son apenas las siete de la tarde y ya me están diciendo que debo marcharme, salir de allí, de la sala de espera en donde me alojé para continuar mi sueño.
No estoy sola –me dije-
Ahora estaba más relajada aunque muy triste y nostálgica.
Delfina no tendrá un padre –le dije a la anciana que se alojaba en la silla de al lado – y una lagrima atravesó mi mejilla izquierda.
-No es tan importante, nosotras siempre cargamos con todo pero el amor que te puede dar esa niña compensará la lucha –prosiguió.
Solo pude agradecerle y aflorar nuevamente mi amor hacia el mar, los delfines, la arena, con Delfina y los recuerdos deshechos que arrojé alguna vez desde un placard.
Ya pasó algún tiempo desde aquel día. Delfina es un sueño blanco, pero para mí no es más que lagunas de sangre y sollozo de un día en el que mis nervios me traicionaron deshaciéndose de ella para siempre. Entonces no hubo salvación para su corta y celeste vida.
Dicen que a veces lo que uno escribe son anhelos transformados en sueños y realidades.
Eso acotó alguna vez después de aquel episodio un colega y amigo mío mientras cenábamos en Palermo Hollywood y de a poco ojeaba uno a uno mis escritos.
Ahora solo me acompaña un fuerte sentimiento de hacer algo importante para cambiar mi vida. Mi meta es una sola.
Ser feliz.
"Cuando algo concluye no indica un final, sino el comienzo de una nueva etapa y la libertad de elegir un nuevo camino!
(Frases & Aforismos) de Ruth Medinna.
Continuará...
Continuará...
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