jueves, 13 de enero de 2011

Desnudar mi esencia...

Siento que te escapaste como un ladrón en la noche. No importa, voy a hacerlo sola. Voy a desnudar mi esencia y a develar mis más recónditos secretos. Las memorias que me aquejan desde mi niñez, desde aquella infancia llena de pesares y también de momentos felices ¿Por qué no?

Voy a recorrer cada historia que marcó algo en mi vida y las consecuencias de ellas. La adolescencia y mi edad adulta. Mis defectos, mis virtudes, mis pecados, mis temores, mis logros y fracasos, los obstáculos destruidos a través del valor que me empujó a seguir siempre adelante a pesar de las dificultades.

Ahora cierro mis ojos y grabo lo que siento. Comienzo a recorrer cada detalle del momento donde me lleve mi mente. Es como psicoanalizarse a si misma. Estoy atravesando un período en el cual necesito soledad, estar relajada conmigo misma. Ahora la incógnita que me lleva a preguntarme el porque de mis reacciones en el plano sexual. Entonces recuerdo… Cuando era una adolescente de catorce años de edad solía fantasear con que alguien me violaba. Yo me resistía e intentaba deshacerme de esa persona con violencia, pero al mismo tiempo disfrutaba. Tenía miedo al dolor, pero en mis fantasías el dolor y la humillación era mucho menos que el placer.

A veces me pregunto de donde venían esos pensamientos de perversión que una niña adolescente de esa edad no debería tener. Y poco a poco fui entrando lentamente en las profundidades de mi esencia, de mi mente y revisando cada hueco en el que se acunaban mis pensamientos, recuerdos y sentimientos más ocultos.

Volvamos en el tiempo más atrás. Ahora tengo miedo de no volver a mi realidad actual, comienzo a adentrarme en el tiempo, en las memorias que me llevan a mi infancia. ¿Estoy llorando?

Solo son lagrimas que recorren mis mejillas al evocar la imagen de mi abuela. Mis años dorados, loquísimo. Aun recuerdo a ella trayendo la miel que a mi tanto me gustaba a la mesa en los domingos de mi infancia. Ella era tan dulce y yo le desee la muerte. A veces suelo preguntarme como sucedió y el porque de haber pensado de ese modo con mis tan solo seis tiernos años de edad.

Sigamos más atrás. Me causan temor las regresiones. Todo es lúgubre, apenas un fino hilo de luz entra por entre medio de la hoja y el marco de la ventana que tiene una oscura cortina. Ese asqueroso y miserable ser me llevo engañada hasta su cuarto diciéndome que me regalaría deliciosos caramelos.

Llanto, congoja, desdicha. 

¡Quiero volver a mi realidad actual! –me dije -

Pero ahora ya es tarde y esta es mi realidad actual y tan solo puedo llorar y llorar.

Siento una fuerte presión en mi pecho y ganas de matar a ese desgraciado.
Mi garganta se cierra y la opresión en mi pecho se intensifica cada vez más.

La impotencia crece y me siento acorralada, no se si será por eso pero creo comenzar a entender el porque de mis crisis de angustia “los famosos ataques de pánico que me diagnosticaron los médicos”.

Él me amenaza con que no diga nada y pretende que calle mi boca. Me siento asustada y avergonzada. El maldito cretino unta mi vagina con su saliva mientras lame ladinamente la misma sosteniendo mis frágiles piernitas entre sus manos y apoyándolas sobre sus hombros. Ahora volví de nuevo en el tiempo y siento ganas de despellejarlo y matarlo de a poco para que sufra como se merece.

Siento la sed de venganza que cubre mis mayores anhelos.

Pero ya no. No debo desgastar mis energías en ello. Y sigo adelante, una vez más.

Mirando con ojos llenos de lagrimas mi destino incierto.

Cada vez que quiero comenzar una relación no puedo estar estable en un cien por ciento, necesito libertades que otras personas tal vez no necesiten. Creo estar convencida de que para mi el amor es libre y queda en la conciencia de uno mismo el defraudar o no a la persona que nos acompaña en la vida.
Continuará...

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