jueves, 13 de enero de 2011

La espera inquieta...

Él está lejos pero pronto ha de regresar. Lo espero cada noche irremediablemente enredándome en las sábanas, girando una y otra vez dando vueltas y aprisionando mi rostro contra la almohada mientras sueño con él.

Mientras tanto mi vida continua, la lucha atosigante de mi trabajo que me desgasta y hace mas leve la espera, mi familia que siempre está, mis proyectos económicos a pesar de la crisis que corre durante estos tiempos y la  irremisible ansiedad de llegar a casa y encender la computadora para chatear con él y decirnos lo mucho que nos amamos, que nos extrañamos y que ansiamos el momento de estar juntos eternamente, de nuevo mirándonos a los ojos, sintiendo las mutuas caricias, los besos interminables y la piel erizada de deseos con el solo motivo de vernos.

Es loco lo que nos pasa, no descansamos de decirnos cosas maravillosas y nos cuesta despegarnos de la fría pantalla que nos mantiene comunicados. Durante el día lo hacemos con mensajes de texto por intermedio de un maldito celular que no puede transportarme a su lado. Pero así la distancia se hace más llevadera y esos mensajes tan tiernos y profundos me enamoran cada día más de él.

Hoy es el gran día tan esperado. Ha de retornar y voy a esperarlo a la estación del micro en el que llega para recibirlo con un abrazo infinito y eterno.

Cambié apenas el tono de mi cabello, algo mas oscuro se que puede agradarle y además ya luce más radiante. Tomé algo de sol para verme mas bronceada y resaltar mis rasgos. Puse en la heladera un vino blanco dulce Santa Julia cosecha tardía, ese que a él le encanta y dos copas para brindar por su regreso. Ambienté con velas y hornillos la habitación en la que dormiríamos -Por decirlo de alguna forma –prosigue Anita con una leve sonrisa -.

Luego preparé algo de ropa liviana y sexy para ponerme e ir a buscarlo y además impregné la totalidad de mi piel con aroma a vainilla, la favorita de ambos. Seguramente algo sucedería en camino a casa y no es necesario aclararlo.

-Refirió Anita -.

Algunos minutos mas tarde a ella le llega un mensaje de texto…
-Juan -Me quiero matar…un compañero de trabajo se lesionó y me quedo una semana mas en San Clemente, finalmente no viajo –.

-Anita –Ok -.

-Juan –Te pido que no te enojes ni te alejes por favor amor -.

-Anita –No me enojo…simplemente hay cosas que a veces no me cierran…pero no importa…lo hablamos cuando nos vemos -.

Finalmente Anita volvió a su rutina de esperarlo nuevamente cada noche y cada día.

Así pasó algún tiempo mas desde aquel día y ella no deja de recordar las noches de amor y de pasión que tuvieron cuando ella viajó a San Clemente. Diariamente se repiten lo mucho que se aman y cuanto anhelan estar juntos. Él la atosiga con mensajes de texto y luego desaparece.

El gran día llega nuevamente. Hoy retorna a Buenos Aires. Han pasado muchas cosas en el medio. Estoy inquieta, ansiosa y tengo miedo.
-Dijo Anita -.
Continuará...

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